sábado, 27 de febrero de 2010

Sopa en el pan o pan en la sopa

Recuerdo en la infancia, ese corretear trasteando por la casa al corral y del corral a la casa, en que acababas yendo alguna vez a la cocina. Humeante sobre el fuego de la chapa estaba algún guiso o caldo a punto de estar listo para llevar a la mesa. El caldo, casi siempre había en cantidad, pues de ese pote, se sacaba varios cazos para entonar el cuerpo a sorbitos. Sobre tazones blancos del desayuno, ponía mi madre o mi abuela ese líquido preciado 'renovador de la vida'. Sobre ese caldo, mi abuela solía hacer la sopa con pan, no con fideos. Ese sabor del pan en el caldo, es uno más de las exquisitas combinaciones que el pan, alimento esencial, da cuerpo y sabor de un alimento tan especial como sencillo y humilde. El pan migado en un plato de leche, ha sido y supongo que seguirá siendo la cena de muchas personas mayores o, las sopas de ajo. Blancas, sin pimentón, cuando estabas algo pochillo, que en menos de 10 minutos las preparaba mi madre en una sartén y de ahí al plato. Las sopas de ajo con pimentón de la Vera, a las que confieso mi asidua afición desde hace tiempo...y el concepto por el que me quito el sombrero, y para mi totalmente desconocido: el de invertir los términos. En lugar de pan en la sopa, sopa en el pan. Costumbre que descubrí en la ciudad de los puentes sobre el Moldova, que tan gratamente me sorprendió, así como la calidad y medida de sus cervezas.