martes, 9 de marzo de 2010

María con Naranja



Termino de comer y miro el reloj para ver, si es pertinente por la hora llamar a un amigo a su casa. Preparo la frase, para soltarla nada más que descuelgue el teléfono. –Espero que no sean éstas intempestivas horas de siesta... –Estaba en los postres. Me dijo. Por un momento, pensé que aún yo no había tomado postre alguno. Así que tras colgar después de una grata e intensa conversación sobre unos gratos encuentros de esta mañana, me dirijo a la alacena en busca de una naranja. La pelo, la corto en rodajas finas sobre la tabla y acto seguido, me dirijo al armario. Recuerdo que la mayor parte de los postres en mi infancia llevaban de alguna forma u otra galletas María. Así que cogí una pocas y puse una rodaja de naranja entre dos galletas. Tras un tiempo en que el zumo es absorbido por las galletas (crujiente al gusto de cada uno), el postre está listo para saborearlo. ¡Buenísimas!