miércoles, 11 de noviembre de 2009

El cocido de mi madre


El pasado domingo 8 de noviembre, acudimos en encuentro a comer a la casa de mis padres. Un día soleado, de viento incesante y temperatura acorde a este mes otoñal. Tras el paseo estimulante, el pensamiento gástrico se decantaba por un plato de cuchara. Así fue como nada más abrir la puerta mi madre, supe que había c o c i d o. Es el cocido de mi madre, o la fiesta de comer con apetito. Comer con cuchara, hasta los garbanzos. En el aire se puede oir frases ya habituales; –'esta sopa revive a los muertos' o –¡cómo están los garbanzos!, –¿quién quiere relleno?, –¿quieres un poco más de sopa?, –¿me pones un poco de hueso de espinazo?, –toma, si hay uno para cada uno. Disfruto tanto comiendo, como viendo a mi madre servirnos feliz. Comida que en palabras de ella –te llena todos los huecos–, para los trabajadores del campo. El cocido como el arroz con pollo o la gallina en pepitoria, antaño servían a comensales en celebraciones importantes. Ahora algunos restaurantes preparan cocido los jueves, para mi seguirá siendo una comida de domingo.

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