miércoles, 29 de abril de 2009

Te pelaré esta naranja

Hoy en el abril que toca y el corazón nos lleva, cogí una bonita naranja, de las que penden sus verdes hojas arrugadas sobre su cálido lunar paisaje. Tenía el tacto agradable y aún con restos de polvo del calizo camino, me dispuse con mis manos a pelar, como pelan las madres a sus hijos. ¡Exquisita! Entonces me acordé de los primeros días de invierno, de las mondas de naranja. Del perfume que recuerdo que invadía la cocina.
El hogar de nuestra casa.
Así ahora, con el recuerdo de estas y otras páginas escritas en la infancia de mi vida, quiero dejar un  suculento contraste de sabores del más profundo de sus gentes del sur. Aceite de oliva sobre unas rebanadas de naranja. Al gusto añadir un poco de azúcar. Por esencial del plato, tener muy presente un buen trozo de pan. Hogaza de pan blanco, como se hace en algunos pueblos de Castilla todavía, en Extremadura y por qué no decirlo, el buen pan que hacen los panaderos de Cameros, para que el pan sea más pan de un día.
Esto quien lo toma, o conoce de haberlo visto tomar, no se dice de ninguna forma. Se toma. Como desayuno, es ideal.

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